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El hombre que llevó la Cruz de JESÚS

Por: pastor Daniel Brito

 

Título: El hombre que llevó la Cruz de JESÚS

 

Texto: (Marcos 15:20-21) «Después de haberse burlado de Jesús, le quitaron el manto de púrpura, le pusieron Sus ropas y lo sacaron* para que fuera crucificado.

21 Y obligaron* a uno que pasaba y que venía del campo, Simón de Cirene, padre de Alejandro y Rufo, a que llevara la cruz de Jesús

 

Introducción

Todos los años durante Semana Santa leemos la historia de la crucifixión en la Biblia y pasamos por el relato de este hombre poco conocido, y tal vez no le ponemos mucha atención porque en realidad estos relatos tratan sobre la Obra Redentora de nuestro SEÑOR JESÚS. Pero el ESPÍRITU SANTO quería que el nombre de Simón fuera recordado, e inspiró a los Escritores Sagrados para incluirlo en el relato, dejando algunas lecciones para cada uno de nosotros. Que Dios bendiga Su Palabra predicada en esta noche.

 

 

Lección

 

1.     Trasfondo. – El apóstol Juan es el único que nos dice en los Evangelios que JESUCRISTO fue obligado a llevar Su Cruz (Juan 19:17) «Tomaron, pues, a Jesús, y Él salió cargando Su cruz[j] al sitio llamado el Lugar de la Calavera, que en hebreo[k] se dice Gólgota»

 

En el mundo Romano la persona condenada a morir en una Cruz después de ser azotado y golpeado, era obligado a llevar su cruz por el camino hacia el lugar de la crucifixión. La procesión casi siempre seguía la ruta más larga para que el pueblo fuera testigo y sirviera de escarmiento.

 

El SEÑOR JESÚS bajo el peso de su carga se debilitó a tal grado que no pudo seguir el paso de sus ejecutores, los soldados, que ni los golpes, ni las maldiciones, podían obligarlo a seguir adelante.i

 

2.     Un hombre que no era conocido. – Simón era un judío de la provincia de Cirene en el Norte de África, en lo que hoy día es el país de Libia, donde había una comunidad Judía de buen tamaño. Simón seguramente que había ahorrado durante mucho tiempo para poder asistir a la fiesta de la Pascua. Era el deseo de todo judío piadoso el ser obediente a la ley de Moisés y por lo menos tratar de asistir a alguna de las TRES fiestas que era obligatorio para todo Israelita asistir cada año.

 

Simón llegaba del campo, no de trabajar porque apenas eran las nueve de la mañana, y se encuentra con la procesión que llevaba a nuestro SEÑOR para ser crucificado.

 

Uno puede imaginarse cuando Simón escucha los lamentos de las mujeres que seguían a JESÚS, y las maldiciones de los soldados Romanos. Es ahí donde Simón seguramente que sintió la mano pesada del Centurión, o como ocurría en muchos casos, la lanza del soldado Romano sobre su hombro con la orden de ayudar a JESÚS.   

 

3.     No fue una coincidencia. – No sabemos si Simón de Cirene había escuchado en persona a JESÚS, o visto alguno de los tantos Milagros que nuestro SEÑOR obró en medio del pueblo. Tampoco sabemos si Simón había oído hablar de JESÚS. Lo que sí sabemos es que no fue una coincidencia que Simón llegara en ese mismo momento para encontrarse con el SEÑOR JESÚS que iba rumbo a dar Su Vida por los pecadores.

 

Este relato nos muestra la Soberanía de DIOS no solamente sobre Simón de Cirene, sino sobre cada uno de nosotros, porque no es una coincidencia que estamos en este lugar en esta noche.

 

Simón ayudó al SEÑOR JESÚS parte del camino llevando Su Cruz donde iba a ser crucificado. Pero la verdadera ayuda no era para el SEÑOR JESÚS que en esos momentos se había debilitado físicamente, sino para Simón de Cirene, porque en ese momento estaba siendo llamado no solamente por los Romanos a un servicio temporal, sino por el mismo SEÑOR JESÚS para recibir la salvación.

 

No hay duda de que Simón tuvo un encuentro con el SEÑOR JESÚS, lo cual cambió su vida totalmente, porque según nos dice nuestro Texto, Simón era el padre de Alejandro y de Rufo, seguramente que en el tiempo que Marcos escribió su Evangelio, eran creyentes conocidos por la iglesia de Roma, a quien parece ser que el Evangelio de Marcos iba dirigido.

 

Algunos años después, el apóstol Pablo en su Epístola a los Romanos, le envía saludos a Rufo y a su madre, el hijo y la esposa de Simón de Cirene.

 

(Romanos 16:13) «Saluden a Rufo, escogido en el Señor, también a su madre y mía

 

4.     El que no lleva su propia cruz... – (Lucas 9:22-25) «y les dijo: «El Hijo del Hombre debe padecer mucho, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día». 23 Y a todos les decía: «Si alguien quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. 24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de Mí, ese la salvará. 25 Pues, ¿de qué le sirve a un hombre haber ganado el mundo entero, si[f] él mismo se destruye o se pierde? 26 Porque el que se avergüence de Mí y de Mis palabras, de este se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en Su gloria, y la del Padre, y la de los santos ángeles. 27 Pero en verdad les digo que hay algunos de los que están aquí, que no probarán la muerte hasta que vean el reino de Dios»

 

El SEÑOR JESÚS mientras anunciaba Su Muerte en la Cruz y Su Resurrección en gloria, se dirige a TODOS con voz firme, usando el ejemplo que Sus discípulos fácilmente entenderían, y es el de llevar la cruz, el ejemplo que ya hemos tratado en nuestra lección al estar hablando de Simón de Cirene.

 

La vida Cristiana consiste en RENUNCIAR a sí mismo para así seguir al Salvador.

 

Noten el ejemplo de JESUCRISTO sobre el “ganar” y “perder”, algo que toda persona entiende muy bien.

 

El ganar todas las cosas de la vida pero sin ser “discípulo” de JESÚS, es lo mismo que PERDERLO todo.

 

Eso nos muestra el VALOR del alma para cada persona, porque es su propia vida, la cual en este mundo es temporal, pero es ETERNA en el más allá. El justo Job dijo:

 

«y dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre
Y desnudo volveré allá.
El Señor dio y el Señor quitó;
Bendito sea el nombre del Señor
» (Job 1:21)

 

El apóstol Pablo nos enseña con su propio ejemplo cómo el discípulo debe crucificar la carne para vencer al mundo todos los días.

 

(Gálatas 2:20) «Con Cristo he sido crucificado[o], y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que[p] ahora vivo en la carne, la[q] vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.»

 

5.     Para concluir. – Simón de Cirene no fue la misma persona desde el momento que fue obligado a llevar la Cruz de JESÚS, porque en ese momento, tuvo un encuentro con el Salvador, tomando su PROPIA CRUZ, ya no la del SEÑOR JESÚS, para seguirlo, y ser su discípulo. Así también lo es con toda persona que viene al SEÑOR JESÚS para ser Su discípulo.

 

 

Conclusión

 

Oremos...

 

*Todo Texto Bíblico sin otra indicación ha sido tomado de la Santa Biblia, Nueva Biblia de las Américas (NBLA).

 

 

 

 

 

 

 

Notas:

iFrancisco Lacueva, Comentario Bíblico de Matthew Henry, p. 1251, editorial CLIE.